En el mundo del transporte público, existen dos conceptos fundamentales para evaluar y planear la operación del servicio: el intervalo de paso y la frecuencia de paso. Aunque están estrechamente relacionados, cada uno tiene un enfoque distinto y cumple funciones clave tanto para los usuarios como para los planificadores. En este artículo te explicamos sus diferencias, cómo se calculan y cómo se aplican en la vida real.
El intervalo de paso (o headway, en inglés) se refiere al tiempo que transcurre entre el paso de dos vehículos consecutivos de la misma ruta en una parada o punto específico. Se expresa en minutos, y desde la perspectiva del usuario, es un indicador directo del tiempo de espera.
Ejemplo:
Si un autobús pasa a las 7:00 y el siguiente a las 7:10, el intervalo de paso es de 10 minutos.
Según Ángel R. Molinero y Luis Ignacio Sánchez en su libro “Transporte público: planificación, diseño, operación y administración”, el intervalo es:
“La porción de tiempo, comúnmente expresada en minutos, entre dos salidas sucesivas de vehículos de transporte público en una ruta. El usuario está interesado en contar con un servicio con intervalos cortos para minimizar el tiempo de espera en la parada. Sin embargo, para un volumen de pasajeros dado por hora, resulta más barato operar un número más pequeño de vehículos grandes que un número mayor de vehículos pequeños, por lo que el transportista está interesado en operar con vehículos de mayor capacidad a intervalos más grandes. Consecuentemente, los intervalos son determinados como un trueque entre el tiempo que espera el usuario en la parada y los costos de operación que afronta la empresa transportista.”
Esta definición pone en evidencia la tensión inherente entre eficiencia operativa y calidad del servicio: mientras el usuario desea intervalos más cortos, el operador busca minimizar costos utilizando menos unidades más grandes y espaciadas.
La frecuencia de paso es el número de vehículos que pasan por una parada en una unidad de tiempo, normalmente una hora. Se expresa en vehículos por hora (veh/h) y es útil para estimar la capacidad del sistema o cuántos vehículos están operando en determinado periodo.
Ejemplo:
Si durante una hora pasan 6 autobuses, la frecuencia es de 6 vehículos por hora.
Ángel R. Molinero y Luis Ignacio Sánchez también la definen como:
“El número de unidades que pasan un punto dado en la ruta durante una hora (o cualquier período de tiempo considerado), siendo éste el inverso del intervalo.”
Esta relación inversa entre frecuencia e intervalo es fundamental para la planificación de flota y la toma de decisiones operativas.
Si los vehículos pasan de forma regular:
Supongamos que una unidad de transporte público pasa cada 20 minutos. Esto significa que, en el transcurso de una hora, circularán 3 vehículos por ese punto. En otras palabras, un intervalo de paso de 20 minutos equivale a una frecuencia de 3 vehículos por hora (veh/h).
Supongamos que eres planificador y deseas garantizar un intervalo máximo de 8 minutos en hora pico.
Intervalo deseado: 8 minutos
Frecuencia esperada: 60/8 = 7.5 → se redondea a 8 vehículos por hora
Si el tiempo de ciclo total (ida y vuelta) de la ruta es de 64 minutos, se calcula:
🧭 Conclusión
El intervalo y la frecuencia de paso son dos conceptos fundamentales para entender y planificar el transporte público. Mientras el intervalo representa el tiempo entre vehículos y afecta directamente al tiempo de espera del usuario, la frecuencia indica cuántos vehículos circulan en un periodo dado y es clave para la operación del sistema.
Como señala Ángel Molinero, estos indicadores reflejan un equilibrio entre la calidad del servicio y los costos operativos: los usuarios prefieren intervalos cortos, pero las empresas deben balancear esa demanda con la eficiencia económica. Comprender y aplicar correctamente esta relación permite diseñar servicios más eficientes, sostenibles y centrados en el usuario.